UN MISMO PRI Y CUATRO SUCESIONES DISTINTAS.

Isidoro Yescas Martínez (IISUABJO).

Hasta la sucesión gubernamental de 1998 fue el Presidente de la República la figura determinante en la designación de los candidatos y futuros gobernadores de los estados. Pero después del año 2000, el poder de decisión se trasladó a los gobernadores en turno y a la dirigencia nacional del PRI.
No obstante, en uno y otro escenario, lo que ha quedado claro es que cada sucesión, cada proceso interno del PRI tienen su propio sello que lo hace diferente, en la forma, a otros procesos pues en el fondo si algo tienen en común es su carácter vertical y antidemocrático.
Con ese propósito, presento a continuación las experiencias de las sucesiones de 1986, 1992 y 1998, ocurridos durante el priato, y la del 2004, cuando ya la Presidencia de la República estaba en poder del PAN.
Las partes correspondientes a las sucesiones de 1986 y 1992 han sido tomados de un breve ensayo publicado en 1994 en el libro Partidos, Elecciones y Cultura Política en México bajo el título “Oaxaca: designación o elección de gobernadores”, mientras que las de 1998 y 2004 son extractos del ensayo “1998-2004, sucesiones y confrontaciones en el priísmo oaxaqueño”, publicado en el libro Voces de la Transición.

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“En 1986 fue el Presidente Miguel de la Madrid quién designó al senador Heladio Ramírez López para la gubernatura de Oaxaca no obstante la fuerte oposición de las fuerzas locales tanto priístas como de la iniciativa privada y aún de los medios de información mas influyentes de la ciudad capital, especialmente los diarios Noticias e Imparcial.

En 1992 Carlos Salinas de Gortari ungió al senador Diódoro Carrasco Altamirano para relevar a Ramírez López sin tomar el cuenta el reclamo de importantes fracciones del priísmo de la entidad que se pronunciaron por la consulta a las bases para elegir a su candidato, en apego a los acuerdos surgidos de la XIV Asamblea Nacional del PRI.
En medio de una cerrada disputa por la candidatura entre José Antonio Estefan Garfias, proyecto del gobernador DCA , y el senador José Murat, en 1998 el presidente Ernesto Zedillo terminó por inclinarse por el segundo en una operación política que incluiría la integración de DCA a la Secretaría de Gobernación, primero como Subsecretario y luego como su titular.
Y en el 2004, ya sin el Presidente de la República como el Gran Elector, el senador Ulises Ruiz Ortiz fue ungido como candidato mediante un acuerdo político pactado entre el gobernador José Murat y el presidente del CDE del PRI y aspirante presidencial, Roberto Madrazo.

1986: HELADIO, “EL FABRICADOR DE HOGUERAS”.
¿Qué factores externos e internos influyeron para que en 1986 el Presidente De la Madrid se decidiera por Heladio Ramírez López, un político ajeno al círculo de la "familia feliz" (como se identificó al grupo delamadridista) y confrontado con la iniciativa privada y con los grupos políticos más importantes para ese momento?
En primer lugar no debe perderse de vista que los años de relevo gubernamental en Oaxaca corren paralelos a los años en que los aspirantes a la presidencia de la República empiezan a colocar a hombres de su confianza en las gubernaturas. De ahí que en el caso de la sucesión de 1986 este factor cobró fuerza pues no menos de tres secretarios de estado, entre ellos el entonces Secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, apoyaron al senador Heladio Ramírez López.

Pesó más, en este sentido, el futurismo de un presidenciable, que la relación personal del Presidente MMH.
El escenario regional altamente conflictivo que se vivió en los tres primeros meses de 1986 con un gobierno interino que ya no contaba con el apoyo del Centro operó también a favor del senador Ramírez López, político con imagen de buen negociador y bien relacionado con la oposición de izquierda.
Movilizaciones y paros de los maestros de la sección del SNTE; suspensión del servicio del transporte urbano; protestas estudiantiles y sindicales en contra del rector de la UABJO, César Mayoral Figueroa, y la masacre de 17 policías preventivos en San Baltazar Chichicápam, un pueblo zapoteca situado a 44 kilómetros de la ciudad capital, configuraron un cuadro de violencia e inestabilidad política que evidenciaron la fragilidad del interinato del gobernador Jesús Martínez Alvarez y al mismo tiempo sirvió muy bien a los intereses futuristas de algunos aspirantes a la candidatura priísta, especialmente a Heladio Ramírez.
Considerado todavía como parte de la tercia decisoria en la designa­ción de gobernadores (después del Presidente y antes del dirigente nacional del PRI), el Secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, votó también indirectamente por HRL al disciplinar a la iniciativa privada oaxaqueña representada por la CANACO cuyos dirigentes se presentaron hasta las oficinas de Bucareli para intentar vetar la nominación del senador.
Siempre operando rigurosamente bajo las reglas del tapadismo, Ramírez López logró finalmente ser designado candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca a través de pactos y movimientos realizados a nivel de las altas esferas del gobierno federal y con escaso apoyo de los grupos de poder locales, que por sus propios conflictos internos y su debilidad orgánica no pudieron presentar un frente común al Centro para impulsar un candidato identificado con sus intereses ni mucho menos impedir el arribo de un oaxaqueño "desarraigado; tortuoso y fabricador de hogue­ras", como lo calificaron los dos diarios más importantes de la ciudad capital.

Otro factor que le allanó el camino al senador Heladio Ramírez fue el visible respaldo que tuvo de los medios de información del Distrito Federal, específicamente de los oficialistas canales 13 y 7 (ahora ya privatizados) y de
destacados columnistas políticos y articulistas de los diarios La Jornada y Excélsior.
Finalmente, la principal debilidad de los grupos de poder económicos y políticos de Oaxaca fue su división y marcado localismo. De esta manera, al no poderse integrar o pactar alianzas con otras fuerzas del Centro, sus posibilidades estuvieron siempre sujetas a una favorable correlación de fuerzas a nivel estatal que nunca se presentó.

1992: EL VETO A LUIS MARTÍNEZ Y EL ASCENSO DE DIÓDORO CARRASCO.
La lucha para suceder a Heladio Ramírez se inició en mayo de 1991 con el reacomodo del gabinete heladista y el “destape” del Secretario de Planeación, Diódoro Carrasco, como candidato a Senador. A partir de este momento el economista egresado del ITAM empezó su campaña para la gubernatura apoyado fuertemente por el gobernador quien casi al mismo tiempo alentó el juego sucesorio con otros aspirantes como su Secretario de Gobierno, Lino Celaya; el Secretario de Finanzas, David Colmenares Páramo y el ex-Secretario de Gobierno y luego diputado federal, Ildefonso Zorrilla Cuevas. Además, por una breve temporada, le abrió espacios al senador Luis Martínez Fernández del Campo.
De entre todos los aspirantes, quienes más apoyos y posibilidades encontraron tanto entre las fuerzas locales y regionales como a nivel de los altos mandos de decisión del Centro, fueron Diódoro Carrasco y Luis Martínez.
El primero porque no solamente contó con todo el apoyo del gobernador y de los recursos del gobierno del estado sino también porque mantenía buenas relaciones con el coordinador nacional de PRONASOL, Carlos Rojas, así como con Luis Donaldo Colosio, dirigente nacional del PRI y con el Secretario de Hacienda, Pedro Aspe, de quien había sido alumno en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
En abono a su capital político, el joven aspirante (tenía 38 años) que hasta esa fecha sólo había ocupado un cargo de elección popular, sumó también a su favor las excelentes relaciones cultivadas a lo largo de su carrera política por su padre, Diódoro Carrasco Palacios, quien a su paso por las dos cámaras y el Comité Ejecutivo Nacional de la CNC, entabló amistad con dirigentes políticos como Fernando Gutiérrez Barrios, para ese entonces Secretario de Gobernación y aspirante presidencial; Emilio M. González, Presidente de la Gran Comisión del Senado de la República, y con Raúl Salinas Lozano, padre del Presidente Carlos Salinas de Gortari.
Con una larga carrera política y administrativa, el ex-senador Luis Martínez Fernández del Campo apeló inicialmente a su vieja amistad con el Presidente Carlos Salinas y a sus buenas relaciones con el jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, para pelear la candidatura. Pero cuando sus relaciones con el gobernador Heladio Ramírez López se enfriaron y se apuntaló al senador Carrasco como el delfín, Luis Martínez decidió romper
con las viejas reglas del tapadismo y públicamente demandó que la sucesión oaxaqueña se decidiera mediante la consulta directa a las bases. Con esta nueva estrategia, logró captar el apoyo de ex-gobernadores, ex-presidentes del Comité Directivo Estatal del PRI y de un buen número de grupos políticos y económicos a nivel local y regional que en su mayoría habían sido desplazados del aparato partidista y de gobierno durante el sexenio del gobernador Heladio Ramírez López.
Esta sucesión, entonces, tuvo dos fases muy bien delimitadas: la primera, se caracterizó por una lucha en donde todos los aspirantes jugaron bajo las reglas del tapadismo y con un gobernador que todavía no manifestaba su preferencia; y la segunda fase en la cual uno de los más fuertes contendientes se indisciplinó, rompió relaciones con el gobernador y tomó la determinación de iniciar en el mes de diciembre de 1991 una abierta precampaña apoyado en los
acuerdos surgidos de la XIV Asamblea Nacional del PRI.
A partir de este momento, y hasta la fecha del "destape", se definieron dos grandes campos de la contienda: por un lado el gobernador Heladio Ramírez López respaldando al senador Diódoro Carrasco y por el otro el ex-senador Luis Martínez Fernández del Campo apoyado por una coalición de agrupamientos priístas de la entidad y algunos funcionarios de primer nivel del gabinete del gobernador HRL.
A nivel del Centro, estas fuerzas encontraron también sus expresiones en el gabinete salinista. Por un lado el Presidente del CEN del PRI, Luis Donaldo Colosio; el coordinador nacional de PRONASOL, Carlos Rojas, y, por separado, el Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, no dejaron de influirá favor de DCA. Por el otro, el Jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, tampoco quiso dejar solo a Luis Martínez.
Durante los meses de diciembre de 1991 y enero de 1992 los medios de información locales y del Distrito Federal dieron amplia difusión a la polarizada sucesión oaxaqueña hasta que agotadas las instancias de una negociación interpardista que detuviera la precampaña martinista, la Secretaría de Gobernación puso fin a los reclamos de una consulta a las bases para elegir al candidato priísta. Así, a mediados del mes de febrero, sorpresivamente Luis Martínez Fernández del Campo abandonó su lucha y fue concentrado en el Distrito Federal en espera de la señal definitiva para el desenlace.
Casi al mismo tiempo el Presidente del CEN del PRI, Luis Donaldo Colosio, sostuvo entrevistas personales con los demás aspirantes que habían pasado a segundo plano a partir de la campaña martinista para comunicarles que la decisión para Oaxaca estaba ya tomada y para demandarles también disciplina y adhesión al futuro candidato.

Y la señal legó el 18 de marzo, cuando finalmente el CDE del PRI destapó al senador Diódoro Carrasco como candidato a la gubernatura. Pero el cuadro de
discordia interpriísta no se borró con el destape, ni en la campaña. Las diferencias y distancias de los principales protagonistas se mantuvieron y expresaron de muchas maneras y en distintos escenarios y se reafirmaron en la composición del nuevo gabinete.
Otra vez, como en 1986, el desenlace de la sucesión priísta había dejado huellas de división y revanchismo.

1998: LA DERROTA DE DCA.
Seis años después otra historia se escribió.
Ahora, en la carrera para relevar a DCA la disputa terminó por definirse entre el diputado federal José Antonio Estefan Garfías y el senador José Murat.
Cuando en el mismo año del destape de DCA su amigo José Antonio Estefan Garfías se hizo cargo de la coordinación de su campaña quedó muy claro que se perfilaba como uno de los hombres de mayor confianza del futuro gobernador, lo que se corroboró con su designación como Secretario de Finanzas en el inicio del gobierno diodorista. Un año después, en 1993, fue ubicado en la Secretaría General de Gobierno, cargo al que renunció en 1995 para tomar las riendas de la presidencia del CDE del PRI. De ahí dio otro paso para figurar como diputado federal y coordinador de la bancada oaxaqueña.
Todas las señales que salían del Palacio de Gobierno apuntaban hacia Estefan Garfias.
Sin embargo dentro y fuera del gabinete muy pronto afloraron las diferencias y los conflictos derivados de la lucha interna por cotos de poder y, paralelamente, por el posicionamiento de otros aspirantes cercanos al círculo de poder diodorista como fueron los casos de Hector Anuar Mafud, Secretario General de Gobierno; José Antonio Hernández Fraguas, Director General del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca; Jorge Fernando Iturribarría, Secretario de Salud , y Alfonso Gómez Sandoval, diputado federal , a quienes el propio gobernador DCA llegaría a sentarlos en la misma mesa para exhortarlos a desarrollar sus tareas proselitistas “ en un marco de respeto y unidad partidista.”
No ocurriría lo mismo con Agustín Márquez Uribe, Presidente del Tribunal Superior de Justicia, ni con el delegado del INFONAVIT ,Raúl Bolaños Cacho, a quienes prácticamente les fue vetada toda posibilidad de participar en la contienda interna. De esta manera mientras Márquez Uribe optó por disciplinarse a los lineamientos del Jefe del Ejecutivo, Bolaños Cacho terminaría declinando a favor del senador José Murat.
Pero con el tiempo, y sobre todo en la antesala de la sucesión gubernamental, estas discrepancias y la política exclusionista del gobernador hacia otros aspirantes que no formaban parte de su primer círculo se trasladaron a los medios de información locales e involucraron a otros sectores de la clase política oaxaqueña. Inclusive algunos periódicos, destacadamente el diario Noticias, capitalizarían este descontento hacia el gobernador DCA proponiendo una opción distinta al continuismo diodorista que en orden de prioridades y simpatías lo representaba el senador José Murat.
Estas diferencias y rupturas en el gabinete de DCA y entre el priísmo oaxaqueño fue lo que supo aprovechar muy bien José Murat para incursionar
en un terreno que le estaba prohibido: la estructura regional de su partido y el mismo aparato gubernamental .Desde ahí, y casi subterráneamente, se
generaron todo tipo de apoyos y pronunciamientos a favor de su precandidatura que ya en la coyuntura presucesoria le permitiría configurar una corriente de opinión proclive a su postulación.

EL FACTOR MONREAL
Y si en este nivel Murat pudo superar los obstáculos que le había colocado DCA para frenar su aspiración, en los círculos de poder presidencial y partidista a nivel nacional su relaciones y trabajo político desarrollado años atrás le allanaron el camino para vencer todo tipo de obstáculos.
Varios fueron los factores que confluyeron en este sentido: a nivel de la Presidencia de la República no solamente mantenía una buena comunicación con el Presidente Ernesto Zedillo –a quien había conocido cuando éste se desempeñara como Secretario de Programación y Presupuesto en el sexenio de Carlos Salinas- y con el Secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa, sino que con mucha anticipación había cultivado la amistad con Liébano Saenz, el poderoso Secretario Particular del Presidente Zedillo. Y en el PRI su principal aliado y factor clave en las negociaciones para definir la candidatura de Oaxaca lo sería nada menos que el Presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Mariano Palacios Alcocer.
Murat y Carrasco mantenían, por separado, líneas de comunicación directa con el Presidente Zedillo, pero el primero estaba mas cerca de Liébano Sáenz y de Mariano Palacios Alcocer , dos factores de poder real en Los Pinos. Sin embargo aun con esa ventaja y la que se reflejaba en algunas encuestas Murat todavía no tenía asegurada la candidatura. Y bajo este escenario tampoco Estefan Garfias estaba descartado.
Un hecho aparentemente fortuito inclinaría finalmente el fiel de la balanza hacia José Murat y se escenificó en el estado de Zacatecas con la designación de José Marco Antonio Olvera Acevedo como candidato del PRI a gobernador.
Corrían los primeros días del mes de febrero del año de 1998 cuando la sucesión gubernamental en ese estado tropezó con un severo problema dentro del PRI pues uno de los principales aspirantes a la candidatura, Ricardo Monreal , se inconformó con la designación de Olvera Acevedo y en pocos días esa inconformidad se convirtió en rebeldía para mas adelante renunciar a su militancia priísta junto con un importante número de simpatizantes .El siguiente paso fue entrevistarse con la dirigencia nacional del PRD y al poco tiempo Monreal reapareció como candidato a gobernador postulado por el partido del sol azteca.

El suceso resultó altamente favorable a los intereses políticos del senador José Murat y se constituiría en el factor decisivo para ganarle la candidatura a Estefan Garfias porque desde este momento el fantasma de una ruptura en el priísmo oaxaqueño y la posibilidad de que el caso zacatecano se repitiera en Oaxaca se convirtió en una seria preocupación para el gobierno federal y la dirigencia nacional del PRI. Murat mismo se encargaría de hacer ésta advertencia al anticipar, tal como sin éxito lo había hecho en la sucesión de 1992, que en ésta ocasión iba en serio y que ya se encontraba en pláticas con
la dirigencia nacional del PRD para ventilar su probable candidatura si el PRI se inclinaba por José Antonio Estefan Garfias.
Dos semanas después del “monrealazo” la decisión presidencial presumiblemente ya se había inclinado hacia José Murat. Por lo menos esas señales envió el senador a algunos empresarios oaxaqueños con quienes sostuvo reuniones privadas días antes del 27 de febrero, fecha oficial de su nominación. Sin embargo, otras versiones apuntan en el sentido de que el nombre del candidato se decidió un día antes del “destape” , es decir, el 26 de febrero, en el domicilio particular del presidente del CEN del PRI, Mariano Palacios Alcocer.
Lo cierto es que la noche del 26 se convertiría en la “noche negra” del gobernador DCA pues sentado frente a Francisco Labastida y Mariano Palacios Alcocer, escuchó el veredicto final del Gran Elector: “Va Murat “.

2004: MURAT, EL GRAN ELECTOR.
La sucesión del 2004 guarda algunas coincidencias con la de 1998 porque en ambos procesos los gobernadores en turno se propusieron heredar el cargo a un favorito, un delfín alrededor del cual, sin embargo, todos los demás aspirantes se unieron en su contra; pero a diferencia de 1998 en el proceso del 2004 el favorito se impuso y la responsabilidad de la decisión final ya no correspondió al Presidente de la República sino al gobernador del estado. Se trató entonces de una típica sucesión por decisión, según la taxonomía establecida por Jorge G. Castañeda en su libro La Herencia, pues desde un principio el Gran Elector estatal jugó magistralmente con la vieja fórmula de la seducción y el engaño, abriendo lo mas que pudo el abanico de aspirantes y alentando en cada uno la posibilidad de poder ser el ungido pero bajo sus propias reglas. Todo ello para cubrir y facilitar el avance y consolidación de una sola precandidatura , la del abogado mixteco egresado de la UNAM y ahora senador Ulises Ruiz Ortiz, de 45 años de edad y con media vida de militancia priísta.
Amigo y operador político de Roberto Madrazo, con una larga carrera electoral en el CEN del PRI, incorporado a la política local desde el gobierno de Diódoro Carrasco en cuyo sexenio fue diputado local y luego diputado federal y , ahora, hombre de todas las confianzas del gobernador Murat , Ulises Ruiz Ortiz construyó pacientemente su precandidatura desde el momento mismo en que fue electo diputado federal, es decir, desde el año de 1998 cuando, además, tuvo la oportunidad de coordinar la campaña política del candidato a gobernador José Murat.
Como Presidente del CDE del PRI contó con la suficiente libertad para proponer e impulsar a un buen número de presidentes municipales y no resultó despreciable la cuota de poder que también alcanzó con las diputaciones locales y federales y en el mismo gabinete en donde progresivamente se fueron posicionando funcionarios ulisistas. Ningún otro aspirante contó con esta estructura, aun cuando las delegaciones de gobierno estuvieran por un tiempo bajo la férula de otro aspirante, el Secretario General de Gobierno, Hector Anuar Mafud , o el hecho mismo de que un competidor mas , el diputado y líder del Congreso local, Juan Díaz Pimentel, pudiera tener el control de un sector de diputados locales y algunos cotos de poder a nivel regional y,además, una gran amistad con el gobernador José Murat. Mucho menos la tuvo el Presidente del Tribunal Superior de Justicia, Raúl Bolaños Cacho, quien en ésta sucesión jugó su última carta.

Los cuatro aspirantes mas fuertes de ésta sucesión,Ulises Ruiz, Hector Anuar Mafud Juan Díaz Pimentel y Raúl Bolaños Cacho se identificaban con el muratismo, todos pertenecían al primer círculo, pero ninguno tenía las relaciones y la cercanía con la cúpula nacional priísta como Ruiz Ortiz quien por esta vía obtuvo el consenso de los dos factores reales de poder para decidir su nominación: Roberto Madrazo y José Murat.
Hoy, con Murat y todos los exgobernadores de los últimos cuatro sexenios guardando prudente distancia, si no es que excluídos, el gobernador Ulises Ruiz juega sus cartas, las acomoda, incluye y excluye, lanza señales falsas hacia un lado y hacia otro, pero siempre controlando los tiempos y ritmos de una sucesión interna de donde habrá de surgir no ya su sucesor, como antaño ocurría desde el momento mismo del destape, sino el candidato del partido oficial que, al igual que hace seis años, habrá de enfrentarse a una coalición opositora y, por tanto, a una de las elecciones mas competidas y vigiladas en la historia electoral de Oaxaca.

Yescas,Isidoro, “Designación o elección de gobernadores”, en Reyes del Campillo et al (coords), Partidos, elecciones y cultura política en México,UAEM, UAM-Xochimilco, COMECSO, México, 1994.
Yescas, Isidoro, “”1998-2004: sucesiones y confrontaciones en el priísmo oaxaqueño”, en Sánchez Islas, Claudio, Voces de la Transición en Oaxaca , Carteles Editores, Oaxaca, 2004.

Ponencia leída en el 2º. Encuentro de Periodistas. Bahías de Huatulco, Oaxaca. 27 de Noviembre del 2009.

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